“Entre los olvidados osarios donde reposan los huesos de los demonios más criminales del inframundo, El Cráneo aquel que cabalga sobre las alas de la muerte, comandando a hordas ciegas y enloquecidas por la sangre, ha escrito esta profecía sobre la mismísima piel de Judas:
“En el año en que los herejes mentirán tres veces para desterrar el pasado de sus sentidos,
Aquel que oficia la sónica homilía cubierto de cuero negro y picos plateados para los defensores de la fé,
Regresará cubierto de espíritus del pasado, agoreros de la guerra, la peste, el hambre y la muerte,
Para condenar a los que le dieron la espalda a la pesada cruz del metal, ¡con algo más espantoso que la muerte…!”
Judas Priest cumplió su propia profecía, callando bocas y reventando oídos en todo el submundo metalero. Su más reciente entrega, un CD doble –el primero en su mítica carrera- toma la vida y obra de Michel de Notredame, mejor conocido como Nostradamus y la envuelve en una obra conceptual que rebasa con mucho los confines del universo metaleros que el mismo Priest ha ayudado a definir y delimitar por más de 30 años.
Nostradamus es, como lo fue el profeta que con sus cuartetas de revelación y condenación, sorprendente y enigmático. El regreso de Halford a la iglesia del Sacerdote Judas fue todo un éxito entre los headbangers más dementes. Su entrega 2005, Angel of Retribution, fue más que nada, un exabrupto distorsionado resultado de la tremenda excitación que causó la reunión. El tremendo legado de su último disco juntos –el imperecedero y legendario Painkiller, tal vez su obra más brutal- sepultó al Ángel de la Retribución, porque éste apostó más por el estilo que por el talento. Pero Angel… en realidad no representó el regreso del verdadero Priest que el 50% del planeta esperaba.
En busca de revolucionar su música y cimentar su lugar como la banda de heavy metal por excelencia –trono disputado y de hecho en posesión de otra bestia maligna, Iron Maiden- se adentraron en los ignotos océanos del tiempo para encontrar un hombre que juraba ser un elegido de Dios, un profeta de los tiempos por venir.
Con esta tarea, el quinteto, pero sobre todo Halford y el mortífero dúo de Tipton y Downing, comenzaron a desarrollar el concepto completo para luego crear la música. En Nostradamus la idea definió el estilo. Por primera vez en más de tres décadas, no había que componer canciones aisladas, una más veloz y brutal que la anterior, sino crear en los ámbitos del metal y más allá, una historia sonora, una narración biográfica sostenida por solos y la portentosa voz de Rob.
Tal vez su fama de ser la banda epítome del metal en base a discos como el mencionado Painkiller, Screaming for Vengeance o Defenders of the Faith, donde el doble bombo, los solos gemelos, taladrantes y abrasivos y los gritos de ultratumba crearon el mapa del género, los pudo haber obligado a vaciar la desmedida y desenfocada brutalidad del Angel.. Pero en vez de eso –como lo leí acertadamente en una reseña en Amazon- la banda hurgó en su pasado y encontró el camino en el estilo y ambientes del Sad Wings of Destiny, tal vez el disco menos apreciado, pero uno de los mejores 3 o 4 de su carrera. Pero va más allá. El Cráneo encuentra ejercicios que KK y Glenn hicieron con Ripper Owens sobre todo en el álbum Demolition y algo más. Tal vez suene a herejía, pero creo que ahora el maestro tomó algo del alumno. El uso de teclados y de pasajes que alcanzan el adjetivo de sinfónicos que aderezan con dramatismo y le brindan continuidad a esta obra conceptual metalera, se pueden escuchar de manera muy similar –e igualmente sobresaliente- en el más reciente álbum de los alemanes Primal Fear, llamado New Religion.
Nostradamus es una propuesta integral, donde es muy complicado extraer temas individualmente para que tengan el mismo valor musical que tienen al estar inmersos en la escucha completa del álbum doble. Podríamos destacar Prophecy, Pestilence and Death, Future of Mankind, pero sobre todo, Nostradamus, una entrega que sintetiza el poder metalero del Priest con algunas vueltas de tuerca que hará que tu corazón reviente y comiences a sangrar por todos los orificios del cuerpo. En general, es un álbum a medio tiempo, que nos recuerda más precisamente al Sad Wings… o al British Steel. Pero encontraremos cortes que sin duda representaron el reto más grande de esta banda en su historia. En aras de contar la historia, de tener coherencia dramática, hay pasajes que podemos etiquetar de tranquilos con momentos acústicos y ambientados con teclados cortesía del tecladista preferido de la corte real del rock británico: Don Airey.
Pero de lo mucho de valioso que tiene Nostradamus, tal vez lo más evidente es lo más gratificante: Rob Halford se erige, de una vez y para siempre, como el mejor intérprete –que no solo cantante- del metal en la historia. Del Halford desenfrenado con ganas de contagiar su actitud metalera a gritos, ahora parece que Michel de Notredame posee la voz de Rob y se manifiesta a través de él. A veces misterioso y profundo, luego suplicante de Dios y en otros como juez de la humanidad, con maldad y sangre fría condenándonos al Apocalipsis, el Metal God nos brinda su actuación más soberbia e impresionante.
Otro beneficio que ofrece Nostradamus a los melómanos de sangre caliente, es que es obligado a escucharlo completo: CD tras CD. Basta de los productos prefabricados para huevones que solo quieren escuchar dos cancioncitas o para apendejados que no pueden seguir el hilo conceptual y narrativo si no es por la televisión y el cine. Es un regreso a los tiempos cuando el elepé era una obra de arte en sí misma, una experiencia única, irrepetible e inspirada.
Nostradamus no será el disco insignia de Judas Priest, porque el Priest es la definición de heavy metal y sus clásicos se siguen headbangeando en los nueve círculos del infierno. Pero lo que sí es: el testimonio sólido y grandioso de una banda que tuvo los huevos de reinventarse y de comprarse otros 100 años de gloria. Si el pasado es glorioso, el futuro del Sacerdote Judas es impresionante. Ya suenan las campanas para misa…
Rating: 5 de 5 proféticas estrellas